Del tablón a las tablas: seis obras de teatro inspiradas en el fútbol, con la pasión en primer plano
“El fútbol: mucha pasión, mucha teatralidad. Muchas cosas que sé de teatro, las sé por el fútbol. Una caja de resonancia pasional, histórica y política. Trasciende, permite identificacione...
“El fútbol: mucha pasión, mucha teatralidad. Muchas cosas que sé de teatro, las sé por el fútbol. Una caja de resonancia pasional, histórica y política. Trasciende, permite identificaciones. El juego mismo, sus límites, el espacio”, dice el director Ricardo Bartís en el libro Cancha con niebla. Pero no es el único que ha encontrado en este deporte complejo y febril un modo de comprender el teatro.
Periódicamente aparecen obras que abordan ese universo de tensiones contenidas y exaltadas. Por ejemplo, las de Bernardo Cappa (hijo de Ángel, ex director técnico) como Pezones mariposa (2011), Es un sentimiento (2013) y El relato (2021); o de Andrés Gallina, Los días de la fragilidad, sobre el romance de un poeta con la goleadora de un club de Miramar; o Madorrán (2016), de Jorge Luis Drechsler, acerca de la obsesión y suicidio del árbitro Fabián Madorrán; o, entre otras, La comedia del fútbol (2014), una serie de monólogos sobre ese mundo de Patricio Abadi: uno de ellos, el del tío referí enamorado de la jueza de línea, forma parte de El equilibrista, el unipersonal de Mauricio Dayub surgida en el off en 2018 y que hoy puede verse en el circuito comercial.
En este momento, en el circuito independiente de la Ciudad de Buenos Aires hay varios títulos que se meten con, para muchos, el juego más hermoso del mundo, escritos y dirigidos por artistas con potrero en sangre.
Ganadora, el año pasado, del concurso de Dramaturgia Ricardo Monti, El último gol de Sáenz Peña, de Paula Marrón (Memoria de un poeta) surge de una historia personal. Su padre jugaba en el equipo de Veteranos de Sáenz Peña y desde chiquita, iba a verlo a la cancha en Burzaco, al sur del conurbano.
“Es una historia que trasciende el fútbol, permite identificaciones tanto por las relaciones de amistad como la de padre e hija. Qué hacemos con el pasado, con lo que no fue y, en especial, indaga sobre la vida y la muerte, cómo prepararse para despedir a los amigos, una pregunta que me respondí en esta obra con Julia Di Ciocco, Rafael Solano y José Manuel Espeche, actriz y actores que desde un lugar muy genuino y sensible abrazaron esos vínculos”, dice sobre la obra que puede verse los domingos en el Teatro del Pueblo.
En total coincidencia con Bartís, Marrón considera al fútbol como teatralidad pura y sinónimo de pasión: “No sería la que soy sin el fútbol. Mi primer contacto con la pasión fue desde ahí y eso después mutó al teatro, a la escritura, a la dirección. También nos conecta con lo popular, con un sentir colectivo, con lo que nos toca a todos de cerca. Me gusta que el teatro se meta con esas historias que son las que a mí me interesa contar”.
¿Y cómo vive la pasión del fútbol alguien que nunca ha visto un partido? ¿Es esto posible? La respuesta se despliega cada domingo en No hace falta verte, Campeón, la obra realizada por Teatro Ciego, compañía –y sala ubicada en el barrio de Palermo- con casi 20 años de experiencia en contar historias en completa oscuridad, integrado por personas con y sin discapacidad visual, en igualdad de condiciones.
No hace falta verte, Campeón es una experiencia sensorial que sumerge al público en un viaje de emociones a través de la vida de Facundo Bogarín, director creativo en Teatro Ciego y fanático del fútbol. A través de relatos personales y extractos de documentales y radio, utilizando sonidos, aromas y efectos táctiles en lugar de imágenes visuales, describe su conexión con el juego, con foco en la figura de Lionel Messi y en la selección argentina campeona en 2022.
“El espectador, inmerso en la oscuridad, vive la experiencia a través de los ojos de alguien que nunca ha visto un partido. Se pone en valor cómo el fútbol se percibe desde los sonidos y las vibraciones. No sólo es una celebración del juego y la pasión colectiva sino también un testimonio conmovedor sobre superar los límites percibidos. Es una invitación a sentir y a vivir la emoción que produce el fútbol”, dice Martín Bondone, integrante de la compañía y responsable de la dramaturgia. La dirección es de Bogarín y Erika Veliz, y actúan Paloma Lutzky Cogan, Fabio Rosenstein y Darío Tripicchio.
Espacios sagradosNacido y criado en una familia de teatro, Francisco González Gil (Wonder boy) camina los escenarios desde sus primeros pasos, más o menos al mismo tiempo que, según le contó su mamá, intentaba patear una pelota. No sorprende entonces que considere al universo del fútbol como una gran obra de teatro, a las tablas y al tablón como espacios sagrados.
“Están mucho más cerca de lo que parece: ambos son espectáculos en vivo, donde actores y futbolistas construyen un relato irrepetible, sin posibilidad de edición ni de marcha atrás. El público participa activamente, creando atmósferas que pueden transformar el rumbo de la historia e influir en sus protagonistas. Comparten una misma esencia: la representación de la vida. Recrear la intensidad, el desenfreno y la locura que se viven en un estadio fue el motor que me impulsó a escribir Club Atlético San Berné”, dice el autor y director de la obra donde actúan Hernán Altamirano, Ignacio Bresso, Emiliano Diaz, Franco Moix, Néstor Navarría y Lucas Wainraich, los jueves en El método Kairós.
San Berné -nombre inventado- es un club del ascenso que pelea la posibilidad de subir a primera división. La obra cuenta la historia de un barrabrava que después de años de estar prófugo de la justicia, vuelve a la tribuna con un contacto que permitiría al club contratar a un jugador que promete y así, poder competir por el ansiado ascenso. Fanatismo, códigos, cantitos de cancha, el loco amor de los hinchas, negociados, cábalas y el límite que salva o condena es el costado que aborda González Gil.
VestuariosSi una palabra se repite en boca de los responsables de estas obras es “pasión” y no hay sinónimo que pueda reemplazar esa intensidad. Otra coincidencia es la noción de lo colectivo, lo grupal en movimiento por un objetivo. Y en dos de ellas es el espacio elegido para desarrollar la acción: el vestuario del club.
Autor de Deportivo Arenas, bajarse es de cagones, además de codirector -junto con Marcos Horrisberger-, productor y actor, Fabián Caero toma como excusa al fútbol para hablar del teatro porque “todo lo que tiene que ver con lo pasional y lo grupal, dialogan en un mismo idioma: el Deportivo Arenas es como el teatro independiente, donde todos ponen y dejan todo para hacer una obra. El teatro y el fútbol son un juego y aquellos que quieran olvidar esta premisa básica van por otro carril, que también existe”.
Surgida en el taller de dramaturgia de Andrés Binetti, la obra propone un espacio único, el vestuario de un club de barrio, que funciona como microcosmos social: jugadores y jugadoras -porque se trata de un campeonato de fútbol mixto-, barrabravas y dirigentes, bufeteros y técnicos. Entre cuatro paredes, en ese encierro sin héroes ni villanos, confluyen preguntas acerca de la dignidad, la pertenencia, la posibilidad de un futuro. Como en los relatos de Osvaldo Soriano, los personajes tienen sueños rotos pero siguen soñando.
Con las actuaciones de 11 intérpretes -Carlos Alejandro Revah, Juan Bouzas, Luciano Cariani, Solange Castelli, Guillermo Gallegos, Alejandra Martínez, Mariano Pasquali, Julio Posse, Fiamma Puccio, Santiago Raskin y el mismo Caero-, puede verse los sábados, en la sala El deseo, en Balvanera.
Director de la revista de artes Llegás, Ricardo Tamburrano es autor, director y uno de los protagonistas, junto con Pablo Chao y Yamil Chadad, de Los pasteleros, obra que presenta una característica que la distingue del resto: no se desarrolla en un teatro sino en un auténtico vestuario de club, es decir, es una obra site specific, creada para un espacio no convencional y determinada por ese entorno.
“Lo que buscamos con la obra es poder actuar muy cerca del público, cuya mirada cercana modifica los cuerpos de los actores y genera que cada función sea distinta”, dice Tamburrano. En este caso, se trata de un vestuario masculino de la liga amateur de fútbol del sindicato de Pasteleros.
“La idea es hablar sobre la intimidad de los vínculos entre varones, sobre esos cuerpos no hegemónicos expuestos, que se vea la piel de esos cuerpos. Son tipos que juegan al fútbol para salvar la semana. La obra es una indagación sobre la masculinidad, lo que queda atragantado dentro de un vestuario, lo no dicho que, cuando se dice, sale de forma brutal. Hay un espesor donde se respira algo del orden de lo incorrecto, lo sucio, lo menos cuidado y corrido de los márgenes moralmente aceptados”, dice.
Los pasteleros se presentó en las pensiones de los clubes Huracán, Argentinos Juniors, Racing, Independiente y Chacarita. La actual es la sexta temporada de la obra que ha sumado ya más de 120 funciones. Este año actuaron en los vestuarios de Estrella de Maldonado, en Palermo, y del Club Náutico Buchardo, en Nuñez. También habrá una función en la Asociación civil de vecinos Florentino Ameghino (AVEFA), en Boedo. En la previa al ingreso al vestuario, se ofrece al público una picada y un vino para entrar en clima. No está mal: comer y beber también es fiesta compartida del teatro y del fútbol.
Para agendarClub Atlético San Berné, de Francisco González Gil. Jueves a las 21. Teatro El método Kairós (El Salvador 4530).
Deportivo Arenas, bajarse es de cagones, de Fabián Caero. Sábados a las 20. Teatro El deseo (Saavedra 569).
El último gol de Sáenz Peña, de Paula Marrón. Domingos a las 18. Teatro del Pueblo (Lavalle 3636).
No hace falta verte campeón, de Martín Bondone y dirección de Facundo Bogarín. Domingos a las 18. Teatro ciego (Jorge Luis Borges 1974).
Los pasteleros, de Ricardo Tamburrano. Domingos a las 20, en Club Náutico Buchardo(Comodoro Rivadavia 1250) y viernes 14 a las 21, en AVEFA (Independencia 4264).
El equilibrista, de Patricio Abadi, Mariano Saba y Mauricio Dayub. Miércoles 12 y 26 a las 20. Teatro El Nacional (Corrientes 960).