Generales Escuchar artículo

Facundo Campazzo, con LA NACION: “Defender una camiseta como la de Real Madrid nunca te hace acostumbrarte a ganar”

“Enhorabuena a otra leyenda de nuestro club como es Facu Campazzo, que ha sido el MVP de esta final de la ACB”(Florentino Pérez, presidente de Real Madrid)“Argentinos: no natur...

“Enhorabuena a otra leyenda de nuestro club como es Facu Campazzo, que ha sido el MVP de esta final de la ACB”

(Florentino Pérez, presidente de Real Madrid)

“Argentinos: no naturalicemos lo de este gigante. Lo que hace en la cancha y lo que le da a su equipo es extraordinario. Un fuera de serie. A reconocerlo y celebrarlo”

(Emanuel Ginóbili)

// // //

No es sencillo de dimensionar y quizá la realidad se distorsione. Se naturalizó algo que no tiene tales características. El 15° título de Facundo Campazzo con la camiseta de Real Madrid, el equipo más poderoso del mundo por fuera de la NBA, trae un dato muy trascendental: el base cordobés es el jugador argentino más ganador en la historia del básquetbol español y el más galardonado en el Viejo Continente, con 16 trofeos. Un lugar de privilegio que sólo les pertenece a unos pocos y que eleva a este gigante de 1.80 metro por encima de estrellas como Andrés Nocioni, Luis Scola, Emanuel Ginóbili, Pablo Prigioni, Fabricio Oberto...

Para poner en contexto la brillante campaña de Campazzo, aquí va el racconto: cinco Ligas de España (2014/2015, 2017/2018, 2018/2019, 2023/2024 y la actual), dos Euroligas (2015 y 2018), tres campeonatos de la Copa del Rey y cinco de la Supercopa de España. Aunque parezca una simple enumeración de conquistas, es necesario detenerse y saber que antes que él, dos jugadores habían ganado apenas tres títulos domésticos de España: Andrés Nocioni (Baskonia y Real Madrid) y Juan Domingo De La Cruz (Barcelona). Además, Campazzo fue campeón de la Copa Serbia, con Estrella Roja, lo que implica que en su vitrina acumula 16 títulos en Europa, 6 más que De La Cruz, que ganó 10, todos con Barcelona.

Sin embargo, a pesar de esta condición de “leyenda” que le otorgó Florentino Pérez, Facu, como todos los llaman, no pierde su esencia. “Pará, ya termina el Sub19, uh, se cortó la transmisión. Faltaban 13 segundos. No. Pará, ahí está de vuelta. La p... madre, perdieron. Qué lástima. Igual están jugando muy bien”, arranca la charla con LA NACION, sin formalidades, con la naturalidad que mantiene desde que arrancó en Peñarol, en la Liga Nacional.

No le gustan demasiados los halagos, le incomodan. Disfruta de los premios individuales, pero mucho más de los colectivos. Es agradecido por haber sido nuevamente el MVP de una final con Real Madrid (ue distinguido siete veces en Europa con ese premio), pero no se detiene en esas cuestiones. Charla con Sara, su hija menor, que pide comer algo, se ríe por las ocurrencias de la primera de sus dos pequeñas, se distiende y aborda todos los temas. Como siempre.

-En un año inusual y complejo para Real Madrid, ¿Qué valor le das a este título de Liga que consiguieron?

-Un valor grande, porque nunca es fácil ganar un título. No sabés tampoco, a futuro, cuándo va a ser tu próxima final o tu próxima levantada de trofeo. Le doy el valor como el de todos los títulos que tuve la oportunidad de ganar. Nunca es fácil lograrlo, y menos en un equipo como éste. Si bien jugando acá tenés muchas oportunidades de llegar a partidos importantes de este estilo, eso no tiene que hacer perder de vista el valor de llegar a una final. Y más en este año, que fue más difícil que otro, de los más difíciles de los que tuve en el Madrid porque se dieron muchos cambios. Tuvimos muchos altibajos en la temporada, perdimos dos finales de la Supercopa y la Copa del Rey, quedamos afuera del Final Four contra Olimpiakos, y al final, jugar acá en el Madrid te hace sentir mucha presión y una responsabilidad muy grandes.

-¿La presión juega todavía para vos?

-Cuando perdés dos finales seguidas, cuando quedás afuera, obviamente la presión externa por jugar en este club se siente y también está la presión que uno se pone, ¿no? Entonces todo eso se suma, y cuando los resultados no se dan, todo es más difícil. Este año tuvimos muchos altibajos, partidos que no tendríamos que haber perdido o que no estaban en los planes perderlos, como en la temporada de Euroliga o las finales mismas, cuando jugamos contra equipos buenos como Unicaja. Entonces sí hay presión y por eso disfruto los logros. Obviamente que uno es exigente y el año que viene habrá revancha, pero ahora hay que disfrutar de los logros, porque ya va a haber tiempo de pensar y ser exigente con el juego.

-¿Se te volvió natural ganar?

-No sé si se volvió natural, pero no es como la primera vez, es otra la sensación. No son como los primeros títulos que me tocó ganar en Peñarol, por ejemplo, o que me tocó acá en Madrid. Porque el rol era otro o porque mi situación en ese momento era distinta, porque era más pibe o lo que sea. Ahora... no sé, a mí me gusta mucho ganar un título, levantar un título al final de temporada, sentir esa sensación de cansancio, de felicidad extrema. Me parece súper motivante y súper adictivo... y más cuando tenés a tu alrededor gente a la que le gusta eso también, que tiene hambre de esas cosas. Rodearte de esa gente, defender una camiseta como la del Madrid, nunca te hace acostumbrarte a ganar. Nunca te hace decir “Bueno, esto es lo normal”. Porque la realidad es que no es algo normal. Si bien es verdad que tenés muchas oportunidades acá de llegar a instancias definitorias, es muy difícil ganar. Sí es verdad que durante la temporada es como que te aburguesás un poco, pero cuando llegan los playoffs, la final o la semifinal de Euroliga y ya ahí te empieza a picar el bichito de ganar.

-Dijiste que fue el año más complicado desde que llegaste a Real Madrid...

-Es verdad. Sufrimos muchos cambios, muchos jugadores que se fueron y se reconfiguró todo. Sentí que había que dar un paso al frente respecto del liderazgo y se vivió más presión, más responsabilidad y también más serenidad en los momentos en los que las cosas no iban bien. A eso no estaba acostumbrado. Pero sentí que me hizo crecer mucho en este año esta situación, afuera y adentro de la cancha también. Fue un año súper desafiante. Si bien te digo que fue el año más complicado cuando terminamos ganando el título de la Liga. Como que no ganamos nada, pero al final terminamos en 2025 perdiendo un solo partido y es como que... bueno, yo me digo lo mismo, no seas injusto tampoco, valoremos lo que se hizo en esta temporada porque fue muy bueno. Sí queremos ganar Euroliga, está bueno decir eso también. Por lo menos adentro del vestuario. Pero si somos sinceros, fue el año más difícil, en el sentido de que perdimos dos finales y hacía mucho que en el Madrid no perdíamos tantas cosas.

-¿Podés tomar dimensión en el lugar en el que estás?

-A mí me gusta frenar y pensar un poco, pero el mismo sistema no te deja naturalizarlo. Perdón, no te deja tomar dimensión. Entonces lo naturalizás por defecto, me parece. Pensándolo así en voz alta, rápido. Me pasó en Estados Unidos también. Si me paro a pensar, tengo cinco ligas acá, en Argentina otras cuatro y antes todo me parecía una locura. Y acá gané muchos otros títulos y dónde estoy jugando, con quién estoy jugando... Me gusta frenar y decir, “Bueno, me tomo un tiempo para mí a pensar todo el contexto éste, que es una locura”. Pero durante la temporada, por defecto la cabeza te dice “Listo, ahora tenés que seguir, nadie se va a parar”. La misma vida del deportista te hace tomarlo con naturaleza. Cuando estaba en la NBA decía “Mirá, tengo la remera de los Denver, estoy jugando con Jokic, estoy enfrentándome a LeBron” y pasó media hora, una hora y me dije “Bueno, ya está, parece que esto es lo normal”. No sé, es una sensación rara, porque el mismo deporte te dice “naturalizá”. Pero disfruto y me gusta tomar dimensión de dónde estoy y ser sumamente agradecido.

-Hay tanta vorágine en el mundo del deporte que tu paso por la NBA, quizá, parece que no fue el más positivo. Y la realidad es que son muy pocos los jugadores que llegaron hasta ahí y que tuvieron tantos minutos como los que tuviste en Denver.

-Hay que preguntar qué es, para el que piense así, que te vaya bien o mal. O preguntame qué es que me vaya bien. Y la realidad es que para mí fue increíble, lo disfruté, fui feliz, jugué y esas cosas para mí van muy relacionadas con tener éxito. Si el que consume NBA por la tele, entiende que tener éxito e irle bien es tener un contrato de 4 años y 300 millones, bueno... si esperaba eso de mí, lamento decirle que se equivocó. No era mi objetivo principal. Era ir día día y ver qué pasaba. Mientras tanto, disfrutar de lo que estaba viviendo, pasarla bien. Me tocó jugar muchos minutos, jugar playoffs de titular... Si te ponés a pensar, el momento más difícil quizás fue en Dallas, porque no tuve tanta oportunidad y no lo supe aprovechar bien. Y costó mucho, pero en el momento de Denver tuve muchos minutos. Después, los últimos dos meses, en el segundo año, entró Highland y ya tuve menos oportunidades, porque lo iban a usar más a él. Pero para mí me fue increíble y lo haría de nuevo, no lo dudaría en ningún momento, porque lo disfruté mucho.

-¿Cómo se planifica a nivel deportivo cuando ya sos un jugador con experiencia?

-Pienso mucho eso y me gustan los desafíos. Eso me alimenta. Entonces, me pregunto siempre, ¿Qué es lo siguiente? ¿Qué puedo agregarle a mi juego? ¿Qué puedo trabajar en el verano? ¿Cómo puedo hacer para que mis compañeros les guste jugar conmigo? Es como un lindo desafío que la cabeza va pensando todo el tiempo.

-¿Qué cambió en vos en este año en Real Madrid respecto de tu posición con el plantel?

-Tenía que dar un salto, en el sentido de hablar en algunos momentos de la temporada, cuando tomaba lectura de que podía sumar si lo hacía. Sigo confiando en que es mejor hablar poco y hacer más, es el mejor ejemplo que uno puede dar. Por lo menos es lo que aprendí como jugador desde Peñarol hasta ahora. Me parece que la mejor manera de liderar es en base a hechos. Pero también, si tenés el plus de poder decir algo que sume en el momento justo, algo que sume para el equipo, entendí que es muy bueno. Intenté mejorar en eso, tuve más situaciones de ese estilo este año. Antes quizá me guardaba cosas para que nadie se enoje y creo que en ese sentido mejoré un poco. Ahora, si tengo que decir algo, lo hago y el que se enoja el problema es de él, no mío. Yo lo hago para ser lo más generoso posible, para ayudar al equipo.

-En una posición de tantas cargas emocionales, ¿en qué te apoyás para llevar adelante los momentos más complejos?

-Siempre una buena ayuda sirve mucho. Tener ayuda extra, ya sea la familia, terapia, psicólogo, todo lo que uno necesite, es importante. La cabeza del jugador se va a tantos lugares en una temporada que no te imaginás, o sí, porque le puede pasar a una persona que trabaja en la oficina. A nosotros también nos pasa; por momentos tu cabeza se dispara a lugares malos y eso hace que tengas altibajos emocionales. Por eso, para mí es súper necesario no guardarte nada, o tener una salida o alguien con quien hablar, ya sea la familia, un psicólogo, un amigo, tus padres, lo que sea. Este año me abracé más a mi familia que a la terapia, que me ayudó en otros años. Sí es cierto que empecé a hacer yoga, hice como 15 o 20 clases. Me gustó, está bueno, tuve que dosificarlo, porque lo hacía entre partidos y terminaba cansado. Pero bueno, me iba más por el tema de meditar y estar callado un ratito en mi cabeza. Y eso me ayudó mucho, me dio también muchas herramientas en un momento de la temporada en la que las cosas no estaban bien. intento buscar lo que mi cuerpo me pide, y estoy abierto a cualquier tipo de ayudas.

🤳 @facucampazzo: "Cumplimos el objetivo de levantar el título. ¡Hala Madrid. Y vamos a por más! pic.twitter.com/oBJnPB13r5

— Real Madrid Basket (@RMBaloncesto) June 25, 2025

-¿Cuánto te cambió ser padre? ¿Te cambiaron las prioridades a nivel deportivo?

-Te cambia la cabeza, con una ya se revoluciona todo, imaginate con dos hijas. Todo se pone en perspectiva. De poner en valor las cosas importantes. Si hay quilombos afuera, vas a terminar siendo un jugador con quilombos. Si estás bien y sereno y controlás tus emociones, vas a ser equilibrado a la hora de jugar. Me pasó algo curioso este año, y es que si bien tuvimos más complicaciones que otros años, afuera de la cancha, después del partido, ya no me convocaba tanto un mal resultado. Antes perdía un partido y estaba uno, dos o tres días pensando en el tema; este año, no sé si fue natural o por ser padre. Dije: “Bueno, ya está. Perdimos, estoy en mi casa, ya va a haber momento para mejorar. Voy a disfrutar mi momento en mi casa, mañana voy a ir a entrenarme, y así y listo”. No digo que no afecta, sino que no le puse la carga que antes le ponía. Y me gustó mucho pensar de esa manera, porque al final terminaba gastando mucha energía.

-¿Cómo vivís todo lo que está pasando en la selección argentina?

-Creo que el momento del barro o el momento de lo drástico ya está, ya pasó. Ahora estamos yendo... Estamos arriba del tren. Estamos trabajando y fluyendo. Eso hace que estemos todos en la misma página, y la misma vibra, entendiendo el mensaje de Pablo (Prigioni), trabajando, con el compromiso de siempre. En lo personal, intento desde mi experiencia hacer lo que haga falta con el compromiso que me pida el entrenador. Estar siempre a disposición de la selección. Entonces, ya estamos trotando. Eso está bueno, es súper motivante, da mucha ilusión, porque estamos jugando por algo. Hay un plan, ¿Por qué lo hacemos? ¿Y qué es lo que estamos haciendo? Hay respuesta para esas dos preguntas. Y te dan más ganas de tener compromiso a la hora de ir a la selección, porque lo que viene, ya sea ganar la AmeriCup, entrenarse y prepararse bien para ganar los dos primeros partidos en noviembre de la ventana de eliminatorias... Creo que con el plan que hay, y la idea y la identidad y el compromiso, es súper motivante para todos estar en la selección.

Se le ilumina la cara, se entusiasma explicando: “Los jóvenes se están entrenando muy bien. Ahora creo que la AmeriCup sirve mucho para que ellos se consoliden como grupo, para que den un salto y para que, cuando llegue la hora de las ventanas, podamos combinar esa experiencia con juventud. Hay un seguimiento de cada uno de los jugadores que van a estar en estos próximos años y eso no se ve, ni tampoco se dice, y es bueno saberlo, porque se está trabajando muy bien y tenemos todo a disposición. Te puede ir bien, te puede ir mal, vamos a buscar que nos vaya bien, ¿no? Se está trabajando muy bien y eso es súper valioso.

✌😜 ¡VAYA DUPLA! pic.twitter.com/aEnrHJRKOj

— Real Madrid Basket (@RMBaloncesto) June 28, 2025

-A nivel deportivo, con tantas obligaciones, ¿Cómo proyectás?

-Colectivamente, siempre pienso en que tengo que trabajar para lograr ser la mejor versión que pueda de mí. Matarme en los entrenamientos para ayudar cuando sea necesario a mis compañeros. Planifico cada paso, cada detalle. ¿Adónde me voy a ir en mis vacaciones? ¿Cuánto quiero descansar? ¿Cuánto quiero entrenarme? ¿Qué es lo que quiero entrenar para darle cosas a mi juego? A partir de ahí, miro todo, que donde vaya de vacaciones haya un gimnasio, miro si hay cancha de básquet, si puedo conseguir un preparador físico, si lo llevo, si voy a priorizar estar más tiempo con mi familia, etcétera. Pero tampoco me vuelvo loco, lo tengo en la cabeza. Lo más lindo es no tener horarios, entonces, intento escuchar a mi cuerpo y ver qué es lo que necesito y a partir de ahí lo hago.

-¿Y a largo plazo?

-A largo, seguir teniendo corto plazo. No sé, tengo dos años más de contrato con el Madrid y busco prepararme lo mejor posible físicamente, seguir teniendo buenos hábitos... Creo que es lo más importante. El físico tengo que cuidarlo siempre porque va a haber más partidos en la temporada que viene y eso exige mucho más y me quiero cuidar, me quiero preparar para eso. Confío mucho en que si me preparo y hago todo lo correcto, lo mejor posible, pasan cosas buenas.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/facundo-campazzo-con-la-nacion-defender-una-camiseta-como-la-de-real-madrid-nunca-te-hace-nid01072025/

Comentarios
Volver arriba