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Memoria, silencios familiares y una maldición en clave autoficcional

Fabiana “Fafi” Ricagno es abogada, politóloga, fundadora de la organización sin fines de lucro ...

Fabiana “Fafi” Ricagno es abogada, politóloga, fundadora de la organización sin fines de lucro Pollera Pantalón y tiene una una carrera consolidada en el sector de las telecomunicaciones, además de una marca de zapatos de lujo producidos en Milán. Todo su currículum indicaría un presente profesional resuelto. Sin embargo, en paralelo a esa trayectoria, una historia permanecía en pausa: un episodio familiar que siempre la inquietó y que, con el tiempo, se transformó en material narrativo.

Que quede entre nosotros (PAM!) toma como base un hecho real ocurrido cuando ella era una adolescente y lo convierte en una autoficción atravesada por el misterio, lo sobrenatural y los silencios heredados. Pero la autora también habla sobre los vínculos que se construyen en la infancia, la pérdida y la capacidad de adaptación en momentos complejos.

Ricagno no proviene del campo literario, pero se permitió ingresar en él sin fórmulas ni manuales. En diálogo con LA NACION, repasa cómo fue ese pasaje, reflexiona sobre la potencia de los relatos que persisten en el tiempo y cuenta por qué sintió que esta historia merecía salir del ámbito privado.

-¿Dentro de qué género literario catalogarías a Que quede entre nosotros?

-Es una autoficción, porque en realidad la parte descriptiva de lo que fue mi vida es una herramienta a la que quise apelar para poder enmarcar la verdadera historia de este libro, que tiene que ver con una maldición y con el impacto o el daño que provocó en mi familia. Y para contar y describir acabadamente esto, lo que tenía que hacer era explicar cómo vivíamos, que no éramos personas cuya vida transcurría en el medio del realismo mágico del Caribe colombiano o venezolano, donde toda esta cuestión es algo habitual, sino que se trata de una familia de gente bastante racional y formada, en la que no se pensaba naturalmente que estas cosas pudieran ocurrir.

-¿Cómo fue tu proceso de escritura? ¿Te resultó terapéutico o doloroso revisitar tu pasado?

-Con absoluta honestidad, le dediqué el tiempo que le puedo dedicar a pensar o a reflexionar, esos tiempos de ocio bien invertido donde uno se conecta con las cosas profundas personales. El crudo del libro se fue escribiendo sin método, sin rigor al principio, sin nada más que el alma abierta y la memoria dictando. Escribir me resultó terapéutico de la misma manera en que me resulta terapéutico verbalizar las cosas que me pasan, que me han calado el alma. Pero me pasó que cuando hice el proceso de relectura muchas veces me quebré y no fueron los momentos tristes los que me hicieron llorar, sino las cosas buenas que me pasaron y que me conmovieron el alma.

-También hablas mucho sobre la importancia que tuvieron algunas mujeres en tu infancia.

-Sí, por el lado materno éramos una familia de mujeres, como un matriarcado. Mi madre era la mayor de cinco hermanas mujeres y la familia -la materna particularmente- siempre estuvo gobernada por mujeres. O sea, siempre fue un mundo de mujeres con mucha personalidad, algo hasta mandatorio en mi vida. Y después, fui a un colegio de chicas, tanto en la primaria como en la secundaria. Y todas mujeres de estas que se llevan puesto lo que tienen adelante. Cuando quieren, van y dicen: ‘yo quiero, yo lo haré, yo podré’.

-En tu libro narrás una Buenos Aires que ya no existe. ¿Te da nostalgia esa época o creés que estamos en una mejor?

-Tengo nostalgia por esas cosas que tienen que ver con la niñez de cada uno, pero la realidad es que todo lo que tiene que ver con el desarrollo, el crecimiento, el presente, me parece enormemente valioso. También como argentina me duele este presente. Entonces, en una de esas termino sobrevalorando ese pasado, porque ese pasado no me dolía. Esa Argentina no me dolía. Esta Argentina presente me duele y me avergüenza. El otro día escuchaba una nota que le hizo Mariana Arias a Oscar Martínez y le preguntó qué extrañaba de Argentina, y él dijo: “Extraño la Argentina que ya no existe”. Y me sentí muy identificada con eso. Eso creo que contesta a tu pregunta.

-¿Qué te gustaría que tu libro les deje a los lectores?

-Emociones, sin dudas. Lo que quiero dejar es esto: el valor de las emociones y todo aquello que nos perdemos de sentir o de pensar cuando estamos con una mirada muy adulta, cuando estamos pensando en los objetivos, en a dónde queremos llegar y en la meta. Y nos olvidamos del camino, del recorrido. Y del coraje de vivir.

-¿Estás trabajando en un nuevo proyecto literario?

-Estoy trabajando en un proyecto que empecé en cuanto cerré la etapa de Que quede entre nosotros. Son cuentos a partir de situaciones que me ocurrieron a lo largo de mi vida o que le ocurrieron a mujeres que conozco —mirá, de vuelta mujeres—. Hay cosas que son desopilantes, cosas que tienen un dramatismo tremendo... Todas historias verídicas que me fueron contando a lo largo de mi vida.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/memoria-silencios-familiares-y-una-maldicion-en-clave-autoficcional-nid15072025/

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