¿Y dónde está el policía? rescata con altibajos el espíritu original de La pistola desnuda
¿Y dónde está el policía? (The Naked Gun, Estados Unidos/2025). Dirección: Akiva Schaffer. Guión: Akiva Schaffe, Dan Gregor y Doug Mand. Fotografía: Brandon Trost. Música: Lorne Balfe. Edic...
¿Y dónde está el policía? (The Naked Gun, Estados Unidos/2025). Dirección: Akiva Schaffer. Guión: Akiva Schaffe, Dan Gregor y Doug Mand. Fotografía: Brandon Trost. Música: Lorne Balfe. Edición: Brian Scott Olds. Elenco: Liam Neeson, Pamela Anderson, Danny Huston, Paul Michael Glaser, CCH Pounder. Duración: 85 minutos. Distribuidora: UIP. Calificación: solo apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: buena.
“Frank Drebin Jr., Escuadrón de Policía, nueva versión”. El modelo 2025 de La pistola desnuda quiere reconocerse desde el comienzo como genuina heredera de la impagable trilogía llevada a la cumbre en los 80 por el inspirado trío ZAZ (Jim Abrahams y los hermanos David y Jerry Zucker). Olvidemos el equívoco título elegido para el estreno local. Lo que vale aquí es la conexión directa (configurada como legado) entre esta novedad y aquella burla genial a la idea misma del relato policial, un gigantesco absurdo narrado con toda seriedad en medio de una avalancha de chistes.
El Drebin original (Leslie Nielsen, invocado todo el tiempo en este relanzamiento) se había presentado en la película de 1988 que inició la trilogía desbaratando a puño (y a gag) limpio una convención de villanos del mundo real a la que había llegado escondido bajo un disfraz. Su heredero, nada menos que Liam Neeson, hace exactamente lo mismo en medio de un violento asalto a un banco.
Antes y ahora, hay un patrón de conducta inalterable. Y cada movimiento subvierte un poco más las prototípicas fórmulas del género ejecutando desde la narración o a través de una sucesión interminable de gags visuales todo ese sinsentido con la más absoluta seriedad, siguiendo el sabio consejo de Mel Brooks: la gracia siempre está en el texto, nunca en la interpretación.
Aquella vieja premisa persiste con un nuevo protagonista en medio de homenajes varios, incluyendo uno explícito a aquella broma memorable de la trilogía original sobre el uso de la imagen congelada. Dicho sea de paso, algunos de los mejores gags visuales y orales aparecen sobre el cierre (conviene estar muy atento al desfile de los créditos finales) e inclusive más allá.
El tributo quiere ser completo, y junto a él la defensa absoluta (casi a la manera de una declaración de principios) del valor que todavía tiene la comedia adulta protagonizada por caras conocidas, inspirada en temáticas surgidas de la propia historia del cine y sobre todo estrenada en pantalla grande. Podríamos agregar aquí a las voces originales, irremplazables en el caso de Neeson y Pamela Anderson. Escucharlos en castellano neutro (como lamentablemente ocurrirá en la mayoría de los cines, de acuerdo con la catastrófica tendencia actual) equivale directamente a ver otra película.
Con todo, es casi un hecho natural que no se logre aquí estar a la altura de la superlativa trilogía original. Primero, porque al tratarse de una parodia de la parodia, esta nueva versión se expone de entrada a un desgaste inevitable, surgido de la propia naturaleza del ejercicio. La segunda razón se deriva de la anterior: en los 80, La pistola desnuda se burlaba de toda una historia del policial en el cine y la TV sin distinciones ni nombres. Ahora, la sátira se enfoca con bastante precisión en la última etapa de la carrera de Neeson, convertido desde Búsqueda implacable en un estoico héroe (o antihéroe) que carga unos cuantos dolores personales mientras trata de redimirse y hacer justicia a la vez.
LímitesNeeson es un excelente actor que sabe y puede reírse de sí mismo, pero nunca logrará convertirse en un gran comediante como lo hizo Leslie Nielsen. Sus límites en la materia quedaron a la vista hace una década en el decepcionante western paródico A Million Ways to Die in the West, de Seth MacFarlane (a la sazón, productor de este regreso).
En la comparación, sin embargo, las cosas mejoran ahora. Sobre todo gracias a unos cuantos gags visuales muy buenos, sobre todo una secuencia completa que parodia una situación amorosa y termina casi como una película de terror slasher. Buena parte de esos chistes, casi siempre ajenos a cualquier tipo de corrección, también funcionan como bienvenido homenaje a la trilogía original, aunque el trío ZAZ sabía moverse en ese terreno con un poco más de ingenio que Akiva Schaffer.
En contrapartida hay algunas escenas (juegos de palabras sin gracia, sobre todo) que se alargan más de lo necesario durante la segunda parte de la trama en una película que no llega a los 90 minutos incluyendo la escena post-créditos.
Quien sale muy airosa de todos estos contrastes es Pamela Anderson, una típica femme fatale del cine negro que se revela aquí como una espléndida comediante mientras le regala a Neeson un sinfín de miradas amorosas. La química entre ambos funciona desde el primer momento y al parecer encontró correspondencia en la vida real.
Caricaturizando a Elon Musk, Danny Huston es el villano que sueña con destruir la actual civilización y reemplazarla con una nueva. La película reivindica a su manera su origen ochentoso para oponerse a este deseo. Torpe, disparatada y absurda a más no poder, la vieja escuela siempre será mejor.