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Animales peligrosos: horror minimalista en el medio del océano

Animales peligrosos (Dangerous Animals, EE.UU. / 2015). Director: Sean Byrne. Guion: Nick Lepard. Música: Michael Yezerki. Fotografía: Shelley Farthing-Dawe. Montaje: Kasra Rassoulzaegan. Elenco:...

Animales peligrosos (Dangerous Animals, EE.UU. / 2015). Director: Sean Byrne. Guion: Nick Lepard. Música: Michael Yezerki. Fotografía: Shelley Farthing-Dawe. Montaje: Kasra Rassoulzaegan. Elenco: Jai Courtney, Josh Heuston, Hassie Harrison, Ella Newton. Duración: 98 minutos. Clasificación: Apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: buena.

Entre todas las recombinaciones de clásicos del cine para hacer “nuevas” películas no sabíamos que nos hacía falta una que uniera Tiburón con El fotógrafo del pánico, la obra de culto de Michel Powell en la que un asesino múltiple se obsesiona con fotografiar el terror de sus víctimas en el momento preciso de su muerte.

Está claro que mezclar dos conceptos no significa necesariamente sumar las virtudes de los films que los presentan. Este largometraje de “ozploitation” (el cine de género y bajo presupuesto originado en Australia en los 70) no está en la misma categoría de tales predecesores, sin embargo, hay reconocerle la osadía de unir escualos antropófagos y asesinos maníacos con un grado de competencia, dinamismo y desenfado que no suelen exhibir los títulos de terror que mezclan temáticas en apariencia irreconciliables como, por continuar con el tema marino, las bizarras Sharknado.

El film representa también al rubro de horror minimalista, películas cuya ínfima trama consiste en plantear una única situación de máxima tensión y cuyo problema narrativo central es sostener ese conflicto por 100 minutos sin volverse reiterativas, aburridas, derivativas, ni demasiado inverosímiles. Animales peligrosos casi lo consigue. En este caso la circunstancia terrible de los protagonistas es que un psicótico los tiene prisioneros en un barco en medio del océano para dárselos de comer a tiburones gigantes, mientras filma el festín con una vieja cámara VHS.

Desde el comienzo conocemos las oscuras intenciones de Tucker (una actuación desmesurada de Jai Courtney que se divierte con su villano), quien ofrece excursiones para nadar con tiburones y pregunta a sus clientes “nadie más sabe que están aquí, ¿verdad?”.

Este hombre, sobreviviente del ataque de un tiburón en la infancia, se siente afín al poder del depredador ápice y goza registrando en video el miedo de sus víctimas indefensas, que suelen venir de a dos: la que es desmembrada entre la dentición supernumeraria de los tiburones y otra que mira encadenada a una poltrona, sabiendo que será la siguiente. Zypher (Hassie Harrison) que cumple el rol característico de “chica final” (la ultima de la larga lista de víctimas en una slasher movie), cuenta con una tenacidad de hierro para torcer este destino: sus recursos para enfrentar a su captor en un duelo de voluntades ponen en duda a quién se refiere el título.

La situación de los asesinatos reproduce, con plena conciencia e ironía, el momento de ver una película de terror: con un espectador en su butaca y una muerte atroz frente a sí. Hay que decir que, como muchos realizadores, Tucker carece de autocrítica sobre su propia obra: “Nos espera un momento apasionante”, dice, antes de darle de comer una persona a los escualos. La secuencia que sigue, y el film en general, no está totalmente a la altura de tales elogios.

Si bien la película avanza con brío, el prolongado desvío en una historia romántica tópica que no brinda detalles cruciales de los personajes reduce su intensidad y solo sirve para estirar. Idealmente, cada punto de giro en un guion debería ser, a la vez, impredecible e inevitable y más aún en estos films que, al poner tan pocos elementos en juego deja plenamente expuestos sus resortes narrativos. Aquí, tanto los impensados escapes como sus sorpresivas frustraciones se ven excesivamente fortuitos: cuando todo está perdido para los protagonistas, los salva un golpe de suerte o, cuando parece que han triunfado, el villano resurge de la nada en el momento justo. Si bien esto es lo esperable, tales situaciones resultan más satisfactorias cuando no son tan injustificadas. Con todo, durante buena parte de su metraje, Animales peligrosos nos tiene tan atados a la silla como la siguiente víctima en la ficción.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/cine/animales-peligrosos-horror-minimalista-en-el-medio-del-oceano-nid02102025/

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