Anna Karenina, Katrina y los Apple Stores: la particularidad única de la economía de los fracasos
El 21 de agosto de 2025, el presidente de los Estados Unidos Donald Trump firmó una orden ejecutiva que tituló “Improving Our Nation Through Better Design” (“Mejorando nuestra nación media...
El 21 de agosto de 2025, el presidente de los Estados Unidos Donald Trump firmó una orden ejecutiva que tituló “Improving Our Nation Through Better Design” (“Mejorando nuestra nación mediante un mejor diseño”), y que puso en marcha la iniciativa America by Design. Como parte de ella, creó oficialmente el nuevo cargo de Chief Design Officer.
El nombramiento recayó en Joe Gebbia, cofundador del gigante de alquileres temporales Airbnb, quien ya había colaborado anteriormente con el Departamento de Eficiencia Gubernamental. Gebbia anunció en redes que su meta es que “los servicios gubernamentales sean tan satisfactorios de usar como la App Store de Apple”, con diseños hermosos, una excelente experiencia de usuario y tecnología actualizada.
Casi en paralelo, a fines de agosto, se cumplieron 20 años de la tragedia del huracán Katrina, que castigó a Nueva Orleans en 2005. Netflix estrenó un documental de tres episodios sobre el desastre, fascinante y angustiante a la vez. Es difícil pensar en algo más distante de “la eficiencia de un app store” que la respuesta de los distintos estamentos y oficinas de gobierno en el sur de Estados Unidos hace 20 años.
El huracán Katrina fue el peor desastre natural de la historia de Estados Unidos en el último siglo, con cerca de 2000 muertos; US$190.000 millones en costos, un millón de personas desplazadas, miles de casas destruidas e infraestructura crítica colapsada. Las peores consecuencias no fueron las de la tormenta en sí (un huracán de grado 5 nunca había tocado una ciudad tan populosa), sino la ruptura de los diques de contención al día siguiente, que inundaron amplias zonas de la ciudad.
La respuesta del gobierno fue casi tan catastrófica como la de la tragedia natural en sí. Una “serie de eventos desafortunados” que están detallados en el segundo capítulo del documental de Netflix. Para empezar, George Bush (hijo) no suspendió sus vacaciones hasta dos días después de la hecatombe. Cuando lo hizo, la minimizó (habló dos minutos de Katrina en un discurso de casi 40 minutos) y descargó la responsabilidad en “autoridades locales”. Bush odiaba a la gobernadora, que a su vez odiaba al alcalde; así que a nadie le importaba que el otro fracasara, en términos políticos. No había ningún plan de contingencia, toda la ayuda llegó tarde y mal.
En distintas plataformas se pusieron de moda los documentales y docuseries de fracasos ruidosos y espectaculares. Por el lado de la economía y los negocios, se pueden destacar:
WeCrashed: son ocho capítulos y en este caso no es un documental, sino una serie con actores basada en la realidad de otro fracaso estrepitoso y único: el ascenso y caída de la compañía WeWork, que llegó a valer US$47.000 millones antes de derrumbarse. Jared Leto y Anne Hathaway tomaron los roles principales de Adam y Rebekah Neumann, los líderes de esta empresa que pasó de ser una de las mejores cotizadas en el mundo a tener una tormentosa caída. El guion se basó en el famoso podcast WeCrashed: The Rise and Fall of WeWork, de Lee Eisenberg y Drew Crevello. ¿Causas del desastre? Muchas: exceso de confianza, mercado ávido por una narrativa seductora pos-pandemia, sobre-énfasis en el “propósito” y la “pasión”, entre otras.
Woodstock ’99: en 2022 Netflix subió Trainwreck: Woodstock ’99 (acá traducido como Fiasco Total: Woodstock ’99), un documental de tres episodios que mostraba el desastre que fue el revival del famoso festival 30 años después. El documental anduvo tan bien que la cadena luego siguió con una serie de otros ciclos sobre fracasos que se asemejan a un “choque de trenes”. Fue dirigido por el inglés Jamie Crawford (detalle: vivió unos años en Rio Cuarto y es el mismo que hizo Las Mil Muertes de Nora Dalmasso) y muestra que la multitud sufrió calor extremo -aquí hubo mala suerte porque tocó el día de más calor del año pero también impericia: se hizo en una base aérea abandonada, con el cemento que multiplicaba la temperatura-, comida y bebidas carísimas -para ahorrar lo tercerizaron y el monopolista se aprovechó-, exceso de basura y desperdicios, y, en el caso de las mujeres, acoso y agresión sexual. Todo terminó en destrucción de locales y escenarios, heridos e incendios. Uno ve el documental y piensa que realmente fue un milagro que no haya habido decenas de muertes.
General Magic: no figura en las plataformas tradicionales, pero se puede comprar en Google Play por US$10. La empresa General Magic intentó a mediados de los 90 hacer un aparato portátil inteligente diez años antes del iPhone, cuando la mayoría de las tecnologías involucradas (Internet, pantalla interactiva, comercio digital) recién estaban naciendo. La caída al vacío fue épica: en el camino se quemaron más de US$500 millones. La historia está muy bien contada en un documental homónimo. Hay decenas de horas grabadas en aquel entonces, donde se ve a un Tony Fadell con acné muy entusiasta. Fue un fracaso muy entre comillas, porque la visión de General Magic se terminó imponiendo y todo el equipo que trabajó terminó protagonizando la revolución digital de los años siguientes.
¿Por qué cada mega-fracaso es “un animal tan distinto”? En la literatura de la complejidad, esta estilización tiene un nombre: el “efecto Ana Karenina”.
Una de las frases de apertura más famosas de la literatura, la del clásico de Leon Tolstoi Ana Karenina, postula que “todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”.
En otras palabras, para ser feliz, una familia debe ser exitosa en cada uno de ciertos factores (atracción sexual, dinero, crianza, religión, por ejemplo). La deficiencia en uno solo de estos eslabones llevará a la infelicidad. Por lo tanto, existen más vías para que una familia sea infeliz que para lograr ser feliz. El autor de best sellers de divulgación Jared Diamond lo formalizó en su libro “Armas, Gérmenes y Acero” como “el principio de Ana Karenina”, para describir eventos en el que cualquier deficiencia en una parte de la cadena lleva a un fracaso irremediable.
En su libro, Diamond lo usa para explicar por qué tan pocos animales salvajes fueron domesticados con éxito: para que un animal sea domesticable, debe cumplir todas estas condiciones: crecer rápido, no ser agresivo, no tener un sistema de apareamiento complejo y aceptar vivir en cautiverio. Si falla en uno solo de estos criterios, el proceso fracasa. Es decir: hay una sola forma de que funcione, pero muchas en que puede salir mal.
Piensen en una pareja: las que son felices suelen tener, entre otras cosas, confianza mutua, buena comunicación, valores más o menos compatibles, estrategias de manejo de conflicto, estabilidad emocional (o algo de). Falla una sola y se va todo al diablo. Y lo mismo con una start up: buen equipo fundador, acceso a financiamiento, timing, demanda adecuada, modelo de negocio acorde. Se cae una pieza del dominó y tira todo el resto.