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“Buscamos que cada obra lleve, aunque sea en un gesto mínimo, un vínculo con Japón”

El encuentro en Japón fue literal y simbólico. Manuel Shibuya y Mitsue Kido, arquitectos por FADU y por la Pontificia Universidad Católica de Chile, respectivamente, estaban en Kioto por diferen...

El encuentro en Japón fue literal y simbólico. Manuel Shibuya y Mitsue Kido, arquitectos por FADU y por la Pontificia Universidad Católica de Chile, respectivamente, estaban en Kioto por diferentes motivos: él cursaba una beca relacionada a su otra profesión, la economía; ella investigaba la técnica del origami aplicada al diseño de luminarias.

“Compartíamos la fascinación por la arquitectura y por la manera en que los japoneses entienden el vínculo entre las personas, el espacio y la naturaleza”, repasa Mitsue, evocando aquellas charlas lejanas que derivaron en su mudanza a Buenos Aires para vivir juntos e iniciar un proyecto que, en su faceta profesional, llamaron ShidŌ (指導), una contracción de sus apellidos que, además, significa “guía” o “camino que orienta”, una idea que sienten cercana a la arquitectura.

Primero fueron encargos relacionados con la comunidad budista y franquicias comerciales que sirvieron para empezar a desplegar ese universo que los contiene, hecho de madera y Oriente. El segundo gran trabajo fue su propio hogar, un PH donde experimentaron con la luz natural y la optimización de la superficie, tomando como referencia la escala doméstica nipona. El tercero (“y más significativo hasta ahora”, aclaran) es la casa que visitamos hoy.

La idea inicial era hacer los ventanales con marcos de madera, pero, finalmente, colocaron carpinterías de PVC. Más seguro y eficiente en aberturas tan grandes, permitió colocar doble vidrio térmico.

Alta cocina

Además del carácter que le da a la silueta exterior, el techo inclinado a una sola agua genera un interior dinámico y conectado visualmente, con una apertura en planta alta que invita a apreciar la cocina y a participar de su atmósfera.

“Actualmente, las casas japonesas son más pequeñitas, entonces hay mucha verticalidad y transparencia para evitar el agobio de un espacio acotado. Esa estrategia de no bloquear las vistas viene de ahí”.

Hacia el espacio de trabajo

Hacia el frente, el living continúa en un espacio distribuidor, el estudio y el volumen de la escalera. Ya que estamos, no dejen de observar el detalle de los peldaños “llenos” de la planta alta en verde.

“Buscamos que cada obra lleve, aunque sea en un gesto mínimo, un vínculo con Japón: en los materiales, en la relación con la naturaleza o en la concepción espacial”.

Al retirar el revoque de la medianera apareció este muro de ladrillo que se dejó a la vista y aporta una textura histórica de la propiedad.

“El sector de la escalera tiene mucho de mí, con un tramo de hierro esbelto que se asoma sin interrumpir vistas y una segunda sección integrada a la panelería del muro para consolidar la continuidad”, comparte Mitsue Kido.

La suite

La doble altura del área social baja con la pendiente del techo hacia una escala más íntima en la zona de los cuartos para dar una sensación de cobijo que relaja e invita al descanso.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-living/buscamos-que-cada-obra-lleve-aunque-sea-en-un-gesto-minimo-un-vinculo-con-japon-nid09112025/

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