Piero Ghezzi: “Perú es una muestra de que el crecimiento no garantiza la creación de empleo formal. Una reforma laboral es crucial”
“En Perú, una reforma laboral en el agro generó empleo formal y agroexportaciones por 12 mil millones de dólares”, dice. “...
“En Perú, una reforma laboral en el agro generó empleo formal y agroexportaciones por 12 mil millones de dólares”, dice. “En las micro y pequeñas empresas, la mejora de la productividad es más importante que una visión meramente legalista de la formalidad. A veces hay una formalización trucha”, alerta. “Una reforma laboral es crucial. El Perú está mucho peor de lo que habría estado con una reforma laboral más exitosa que hubiera mejorado el desempleo juvenil”, afirma. “La reforma laboral en el sector agroexportador es un caso clarísimo de una reforma laboral específica para un sector, adecuada a la realidad del sector, que ha tenido un éxito impresionante. El problema o la tragedia del Perú es que no hay suficientes sectores como el de agroexportación”, reflexiona. “No hay suficientes sectores que crecen y generen empleo. No hay otro sector similar al de la agroexportación, con semejante demanda de empleo. Al no haber suficiente absorción de empleo por parte del sector moderno, por falta de sectores con potencial, mucha gente termina autoempleándose”, analiza.
“Se da esta tragedia: inviertes y mejoras la educación primaria y secundaria, pero al tener un mercado laboral que no funciona, con montón de micro y pequeñas empresas improductivas, el capital humano deja de mejorar”
“Aunque el Perú ha crecido más que la Argentina en los últimos treinta y cinco años, el ingreso per cápita argentino es más alto que el peruano. Y mientras mayor sea el ingreso per cápita de los países, menor es la informalidad laboral”, plantea y agrega: “Por eso, Perú, al aumentar su ingreso per cápita, ha venido reduciendo de manera paulatina su informalidad laboral aunque a una velocidad mucho menor de lo que uno desearía”, reconoce. “En Perú, la informalidad es del 70 por ciento. Hace veinte años, era del 80 por ciento”, precisa. “Hay un tema del que no se habla lo suficiente, pero es muy importante: los trabajadores tienden a subestimar el valor de los servicios públicos que reciben como resultado de las cargas laborales adicionales. El trabajador prefiere recibir 2700 soles sin ninguna carga y sin ningún beneficio que 2500 con los otros beneficios que en teoría valen 500, pero que él subvalúa. Es una realidad contra la cual es bien difícil ir porque el trabajador prefiere pájaro en mano”, plantea. “El Perú está mucho peor de lo que podría haber estado con una reforma laboral más exitosa que mejorara el desempleo juvenil: tenemos un porcentaje muy alto de jóvenes subocupados o subempleados. Y eso es el resultado de una rígida ley laboral”, asegura. “Se da esta tragedia: inviertes y mejoras la educación primaria y secundaria, pero al tener un mercado laboral que no funciona, con montón de micro y pequeñas empresas improductivas, el capital humano deja de mejorar”, advierte y sintetiza: “En empresas improductivas, el capital humano se estanca”. “Es imposible que el Perú reduzca mucho su informalidad si no logra que más trabajadores trabajen en el sector moderno y formal de la economía. Las leyes laborales tienen un impacto casi secundario para una Mype informal”, puntualiza. “El Perú es un caso más extremo, pero en la Argentina se da más o menos lo mismo. En Perú, el 90 y tanto por ciento de las empresas que son Mypes, toman cerca del 50 por ciento del empleo, y es casi todo empleo informal”, describe. “Hay que pensar en una reforma laboral que permita, por un lado, mayor crecimiento del sector moderno y formal, absorbiendo aquellos trabajadores que se encuentran en Mypes de poca productividad: sería una transformación productiva. Y por otro lado, hay que pensar en una inclusión productiva: lograr que muchas Mypes den el salto de productividad y calidad que les permita participar en el sector moderno”, sugiere. “Hay millones de micro y pequeñas empresas que son formales en el papel, pero son informales para todo fin práctico, como la mejora de la productividad y los estándares de calidad”, concluye.
El respetado economista peruano Piero Ghezzi, especialista en desarrollo productivo, macroeconomía y finanzas, estuvo en La Repregunta. Ghezzi fue ministro de la Producción de Perú. Durante casi quince años, estuvo en lugares clave de los mercados: fue jefe de investigación de mercados emergentes en Barclays Capital, en Londres, y antes, jefe de estrategia de deuda externa para mercados emergentes del Deutsche Bank, en Nueva York. Es autor de ¿Qué se puede hacer con el Perú?
Reforma laboral y lecciones para Argentina que llegan desde Perú: ¿por qué Perú es ejemplo de una macroeconomía sostenible y de crecimiento pero tiene 70 por ciento de informalidad laboral? ¿El crecimiento lleva a la expansión del empleo formal? ¿O hay que empezar por una reforma laboral? ¿Cuál es el rol de la “economía extractivista” y de los sectores más modernos en el crecimiento y la generación de empleo formal? ¿Por qué la gran mejora educativa peruana no mejoró la productividad de Perú? Ghezzi hizo su análisis.
Aquí, la entrevista completa.
Informalidad laboral. Perú, ¿buen ejemplo para la reforma laboral argentina o no?-Vayamos directo al tema del mercado laboral en Perú y sus indicadores clave. ¿Cómo es el balance entre empleo, desempleo y niveles de informalidad? ¿Cuál es la foto del Perú hoy en ese sentido?
-En el Perú, el porcentaje de empleo informal es aproximadamente del 70 por ciento. No es que ese número no haya mejorado: hace diez, quince o veinte años, en 2007, según las cifras confiables más antiguas que tenemos, el empleo informal era más o menos del 80 por ciento. Obviamente que 70 o 72 por ciento de empleo informal es inaceptable en cualquier economía. Ésa es la realidad peruana.
-¿Y el nivel de desempleo?
-El número de desempleo es algo que nadie tiene en cuenta en Perú. Al no haber beneficios laborales al desempleo ni seguro de desempleo, es más o menos irrelevante. El número que miramos es cuánta gente trabaja en el sector formal y cuánta en la informalidad. Ahora bien, la informalidad laboral depende mucho del tipo de empresa. Hay tres tipos de informalidad laboral. Uno es el trabajo informal en una empresa Mype, una micro o pequeña empresa.
-¿La Pyme, como le decimos aquí?
-Pymes corresponden a pequeñas y medianas. Hay una confusión que aprendí cuando era ministro. Hay que diferenciarmicroempresa, pequeña empresa y mediana empresa. Una micro y pequeña empresa se llama Mype; a la pequeña y mediana empresa se la llama Pyme. La micro, pequeña y mediana empresa es Mypyme. El gran problema no está tanto en las empresas medianas sino en las microempresas, las de menos de diez trabajadores, y también en algunas de las pequeñas empresas. La gran mayoría de las microempresas y muchas de las pequeñas empresas son informales. Adicionalmente, hay muchos trabajadores de empresas medianas o grandes que también están en la informalidad como consecuencia de las leyes laborales que hacen que las empresas decidan tener trabajadores en negro o en gris. Hay una importante informalidad laboral que también se refleja ahí.
-En el mundo de la micro y la pequeña empresa, ¿la informalidad responde a causas distintas comparadas con la informalidad en la mediana y en la gran empresa? ¿Cuáles serían esas causas?
-Sí. Tendemos a pensar en términos binarios, por un lado la microempresa y por el otro, la gran empresa. En realidad, incluso dentro de la micro y pequeña empresa, hay mucha diferencia y heterogeneidad. Con esa salvedad, en promedio, una microempresa tiende a tener poca productividad. Al ser poco productiva, no puede pagar los costos de la formalidad; no puede llegar a los estándares de la formalidad. El empleo es una de las dimensiones de la informalidad. Una microempresa informal, por definición, tiene trabajadores informales. En el caso de la empresa grande formal, puede ser que los costos laborales, que algunos llaman sobrecostos, una palabra no del todo adecuada, es decir, los beneficios laborales, terminangenerando informalidad: a veces, el propio trabajador prefiere dinero en efectivo versus deducciones o beneficios laborales con beneficios futuros e inciertos. Ése es un tema muy importante.
-En el mundo del trabajo formal en Perú, ¿qué porcentaje de trabajadores está empleado efectivamente en el sector privado y cuánto en el sector público?
-En el Perú, la grandísima mayoría de empleados está en el sector privado, más del 80 por ciento. El sector público peruano es relativamente pequeño: después de la reducción de los años ´90s, nunca creció demasiado. El sector público representa menos del 20 por ciento del PBI, lo que lo hace relativamente pequeño en comparación con otras economías.
Perú, macro estable y crecimiento v informalidad laboral del 70 por ciento. ¿Por qué?-Según usted señala, en Perú, la informalidad es alta y persistente desde hace décadas, aunque logra algún tipo de corrección desde 2007, con un porcentaje del 80 por ciento que cae al 70 o 72 por ciento en la actualidad. Cayó 7 puntos, pero sigue siendo altísima. Perú es visto como ejemplar en términos de su conducta y sostenibilidad macroeconómica, no importa si hay un gobierno de extrema izquierda, como fue el de Pedro Castillo, o si domina la inestabilidad política, con presidentes que terminan presos, con suicidios o eyectados del poder. ¿Por qué esa especie de virtuosismo macroeconómico, y también de crecimiento, no logró mejorar el mercado laboral? ¿Es mayor la demanda de empleo formal que la oferta? ¿Por dónde pasa el problema?
-Los temas son muy estructurales. No olvidemos que América Latina en general es muy informal. Si hacemos una regresión de ingreso per cápita e informalidad, toda América Latina está por encima de lo que pronosticaría su ingreso per cápita, salvo Uruguay. Un país de Europa del Este o Asia con el mismo ingreso per cápita que América Latina casi seguramente tendrá menor informalidad laboral que América Latina. Y eso se da en relación a todos los países de la región, salvo Uruguay. Hay un gráfico muy lindo de la OIT que lo muestra. Perú es un país extremadamente informal en una región ya informal. Hay un tema que va más allá de la economía; son temas incluso culturales. En el caso del Perú, estamos hablando de un país informal en una región informal, y ahí juegan los temas estructurales.
-Entiendo el punto, pero Perú tiene una macroeconomía sana, con crecimiento, y sin embargo tiene ese problema. Y la Argentina, con todos los problemas económicos y macroeconómicos históricos que tiene, las crisis cíclicas de las que nunca termina de salir, tiene una informalidad que para nosotros es alta, pero fue del 43,2 por ciento en el primer semestre de este año. ¿Qué le pasa a Perú que está bien económicamente, pero sufre el problema de la informalidad?
-Eso es absolutamente esperable. La informalidad laboral está negativamente relacionada con el ingreso per cápita. Aunque el Perú ha crecido bastante más que la Argentina en los últimos treinta y cinco años, igual el ingreso per cápita argentino es bastante más alto que el peruano en la actualidad. Hay una correlación negativa: mientras mayor sea el ingreso per cápita de los países, menor es la informalidad laboral. Funciona así. Por eso, Perú, al aumentar su ingreso per cápita, ha venido reduciendo de manera paulatina su informalidad laboral aunque muy por debajo o a una velocidad mucho menor de lo que uno desearía. Y ahí hay temas que lo explican. Por un lado, las leyes laborales, y por otro lado, la grandísima cantidad de empresas que son Mypes, micro y pequeñas empresas: al tener muy bajos niveles de productividad, tienden a tener un nivel de informalidad casi total. Es una característicano solo del Perú. Santiago Levy ha hecho muchos estudios, el BID también, sobre la informalidad en América Latina y su baja productividad: somos una región particularmente poco productiva. Una de las características de nuestra región es que la brecha de ingreso respecto de Estados Unidos, por ejemplo, no se explica tanto por un capital humano más bajo o por una menor inversión en promedio, sino por ser menos productivos. Usamos los recursos de manera ineficiente. Y parte de esa ineficiencia de los recursos en América Latina se debe a la gran cantidad que se destina a las Mypes, que tienden a ser menos productivas. Por ahí va el tema: es un tema de productividad y de asignación de recursos a empresas poco productivas. ¿Por qué van tanto recursos a las Mypes? Ahí podemos tener otra discusión.
-Tengo dos preguntas. ¿Por qué se da esta correlación entre ingreso per cápita alto y bajo nivel de informalidad? ¿Cuál es el secreto detrás de esa correlación?
-Un ingreso per cápita más alto significa mayor capacidad para pagar los costos de la formalidad. Si hay ciertos beneficios sociales mínimos que se quiere garantizar al trabajador, implica que empresas y países con más dinero van a poder pagarlos, pero países con menos dinero, no. Es un tema bien estructural. Es imposible que el Perú reduzca mucho su informalidad si no logra que más trabajadores trabajen en el sector moderno y formal de la economía. Las leyes laborales tienen un impacto casi secundario para una Mype informal.
Informalidad. ¿Hay riesgos de una “formalización trucha”? Legalismo v productividad real-La segunda pregunta es: ¿por qué la mayoría de los recursos y del mercado laboral va a estas micro y pequeñas empresas? En la Argentina hoy, el 94 por ciento de las empresas son Pymes y también absorben a la mayoría de los informales. ¿Por qué en Perú es tan relevante la cantidad de recursos laborales que absorbe?
-El Perú es un caso más extremo, pero en la Argentina se da más o menos lo mismo. En Perú, el 90 y tanto por ciento de las empresas que son Mypes, toman cerca del 50 por ciento del empleo, y es casi todo empleo informal. Es la misma realidad que la de la Argentina, aunque con matices, pero no es tan distinto. ¿Por qué ocurre? Hay discusiones entre los economistas. Hay dos escuelas de pensamiento. Una escuela de pensamiento, que llamaría la línea romántica, representada por mi compatriota Hernando de Soto. Según De Soto, las Mypes no crecen y no se pueden formalizar porque el Estado, con sus reglas, regulaciones, normas y burocracia, no las deja crecer. En esa visión, las Mypes están limitadas por un Estadoque las ahorca y no las deja crecer. En el otro extremo, hay otra visión: dice que las Mypes no tienen ningún futuro; son organizaciones de subsistencia. Existen porque, como el sector moderno formal no crea empleo suficiente, la gente se autoemplea. Es el cuentapropismo, el pequeño productor que se autoemplea. Es un grupo muy grande de empresas: desde un vendedor ambulante que está en la calle vendiendo golosinas hasta un agricultor que tiene una pequeña parcela o un constructor, un obrero que ofrece servicios, o un electricista.
-O el empleo doméstico, por ejemplo.
-Sí, también es otra forma de cuentapropismo.
-¿Qué economistas sostienen este punto de vista?
-Laporta y Shleifer. En 2014, publicaron un artículo titulado “Informalidad y desarrollo”. Dicen que la informalidad es una característica del subdesarrollo: mientras los países sean subdesarrollados, la informalidad va a continuar. Ésa es la visión más predominante entre los economistas. Pero dicho esto, entre ambos extremos siempre hay un grupo de Mypes, y creo que este es un fenómeno interesante a estudiar, que, bajo las condiciones adecuadas, podría incorporarse en la formalidad. Son informales porque hacen un análisis costo beneficio: me conviene o no ser formal porque siendo informal, están debajo del radar, nadie las mira. No las mira el recolector de impuestos ni la supervisora laboral, ni Defensa Civil, etcétera. Así se mantiene con costos bajos y no tiene que asumir los costos de formalizar. No quiero complejizar la cuestión, pero a veces pensamos en una definición muy legalista de la formalidad: si una empresa es formal o informal desde el punto de vista de la ley.Pero también importa si está participando en cadenas modernas y dinámicas y si tiene productividad, si tiene buena calidad, si va mejorando a lo largo del tiempo. Esa definición es muy relevante para la economía porque a veces ocurre, y en el Perú ocurre, que se hace una amnistía tributaria y se le dice a todas las Mypes que si pagan cinco soles al mes, o sea, nada, se vuelven formales. Tributariamente son formales: tienen el NRus, que implica estar inscripta en el Instituto de Registro, donde hay millones de Mypes que son formales en el papel, pero son informales para todo fin práctico. Lo realmente importante es cómo se relacionan, cómo están articuladas en la economía, si tienen mejoras reales en productividad, si van mejorando, si producen productos de calidad, con estándares. Eso es muy relevante. Tendemos a poner los temas en cajitas aisladas. Pero la informalidad implica varias dimensiones y el tema productivo es más importante que esa visión únicamente legalista.
-Es un señalamiento muy importante: por un lado, hay una especie de formalización virtuosa de los informales que va acompañada de un aumento real de la productividad de esa micro o pequeña empresa y por el otro lado, una formalización…
-Trucha.
-Que disfraza el indicador real de informalidad.
-Sí, exactamente. Lo importante es la dinámica de la economía y las capacidades de una empresa micro o pequeña de generar ganancia, de alcanzar productividad.
El debate argentino. ¿Crecimiento o reforma laboral, qué impulsa al trabajo formal?
-En la Argentina se está dando la discusión en torno a una futura reforma laboral que llegará al Congreso. Se la llama “modernización laboral”, una manera de evitar un choque ideológico entre las posiciones en pugna. Pero hay dos grandes posiciones. Una, sobre todo en el Gobierno y en el cuadrante de centroderecha, plantea que, con una reforma laboral que quite el peso excesivo de regulaciones, exigencias y costos que recaen en las empresas, tanto pequeñas como medianas y grandes, se va a poder contratar empleados bajo un régimen formal y de la mano de ese proceso, llegará el crecimiento y las empresas van a poder expandir su productividad con mano de obra en condiciones mejores. La otra posición, la del cuadrante peronista, plantea que primero está el crecimiento y luego, la reforma laboral puede ser bienvenida para modernizar y actualizar las condiciones ante un cambio de contexto global, el avance del mundo virtual. Insisten en la idea de que aun en este contexto laboral, con las actuales leyes y regulaciones laborales, alcanzaría para que el empleo crezca si hubiera un crecimiento. ¿Cómo ve este problema del huevo o la gallina? ¿Qué está primero? ¿El crecimiento y después, la contratación de empleo formal? ¿O primero están las reformas laborales para impulsar la contratación de empleo formal y de ahí se deriva el crecimiento?
-En principio, no creo mucho en precondiciones, o sea, se puede crecer con condiciones desfavorables. El Perú tenía una economía destrozada en los ´90s y empezó a crecer. Noes una precondición: se puede crecer con poco capital humano, se puede crecer con mala infraestructura, se puede crecer con corrupción. No creo que se requiera una reforma laboral para crecer. Dicho esto, creo que este es el momento para impulsar una reformalaboral. En general, las reformas laborales en el mundo son muy difíciles de pasar por el Congreso porque los insiders o los que pierden, en teoría, se agrupan mejor. Hemos tenido algunos intentos de reformas laborales fallidas precisamente porque hubo mayor organización entre los insiders. Por eso, si en un momento hay un mandato fuerte, hacer una reforma laboral es importantísimo. Entre los economistas académicos, de todo el espectro entre derecha e izquierda, hay un consenso en que la reforma laboral es una de esas reformas estructurales y transversales que pueden ayudar a acelerar el crecimiento, a consolidarlo y a reducir la informalidad. No creo en los que dicen que, para crecer, primero hay que educar a la población, primero hay que reducir y eliminar la corrupción, primero hay que tener infraestructura. No hay ninguna precondición. El desarrollo económico consiste en embarcarse en círculos virtuosos que nos permitan retroalimentar lo uno con lo otro. Y parte del problema peruano es que pasaron algunas cosas, pero el crecimiento no llevó al fortalecimiento institucional, a la mejora del capital humano, a la mejora del Estado, que habría permitido continuar un crecimiento alto década tras década, para que nos lleve al desarrollo. Ese resultado virtuoso no se dio; el Perú tuvo un crecimiento más episódico. Mi respuesta sobre que no existen precondiciones es genérica. Los países tienen que crecer con el stock de capital, institucionalidad y el Estado que tienen en ese momento, y después, con el tiempo, se debe mejorar. Pero una reforma laboral sí me parece crucial. El Perú está mucho peor de lo que podría haber estado con una reforma laboral más exitosa que hubiera mejorado el desempleo juvenil: tenemos un porcentaje muy alto de jóvenes subocupados o subempleados. Y eso es el resultado de una rígida ley laboral.
-En Perú, ¿el Congreso o el impulso de algún presidente no avanzó con una reforma laboral estructural y sustantiva en todas estas décadas?
-Nunca. De hecho, hay una historia muy ilustrativa, de la cual, lamentablemente, fui protagonista. En 2014, propusimos una ley de empleo juvenil para jóvenes de 18 a 24 años, un grupo con un altísimo desempleo. Según las leyes laborales, en el Perú, un restaurante de alta gama prefiere contratar a un mozo de 30, 35, 40 años con experiencia antes que a un chico de 20 porque le paga lo mismo. Eso genera un desempleo juvenil muy alto. Nuestra ley apuntaba a jóvenes en etapa formativa, de adquisición de capital humano. Bajamos los beneficios sociales para ese grupo a cambio de capacitaciones sólo por los primeros cinco o seis años. Reducía el costo laboral para el empleador, lo que aumentaba la demanda de empleo joven. Parte de esos recursos, se gastaban en capacitaciones para que los chicos mayor aumentaran su capital humano. La ley fue aprobada en el Congreso en diciembre de 2014 sin oposición alguna. Pero unos días después, empezaron movilizaciones en las calles, que a las pocas semanas tenían a 50 mil o 60 mil jóvenes marchando. Se la llamó Ley Pulpín: esa palabra se usaba para referirse a los chicos jóvenes que eran en teoría “explotados”. El Congreso terminó derogando la ley a los cuarenta días. Desde el punto de vista técnico, la ley era absolutamente impecable; tenía todo el sentido del mundo, pero falló en la comunicación. No sé si el problema fue que falló en explicar bien: a veces no había ni siquiera con quién dialogar, pero claramente tocó una fibra sensible. Y a eso me refiero cuando digo que los temas laborales tienden a ser muy sensibles en la población. Es importante el manejo, cómo se comunica, en qué momento se lanza la reforma. También tenemos experiencias exitosas de formalización laboral.
-Volvamos a esta idea de crecimiento vs reforma laboral, y qué es mejor para impulsar la formalización del empleo. La idea de que con el crecimiento viene la formalización tampoco se comprueba: Perú ha crecido a lo largo de estas décadas, pero no ha derramado positivamente en la formalización laboral. No hay que tener todas las condiciones perfectas para crecer y se puede crecer en condiciones adversas, pero al mismo tiempo el crecimiento no deriva necesariamente en modernización laboral.
-No la garantiza. Porque los problemas son complejos, las soluciones son complejas. Hay que pensar en alguna reforma laboral que permita, por un lado, mayor crecimiento del sector moderno y formal, absorbiendo aquellos trabajadores que se encuentran en Mypes de poca productividad: éso es importante. Sería una transformación productiva. Y por otro lado, hay que pensar en lo que llamamos una “inclusión productiva”: lograr que muchas Mypes den el salto de productividad y calidad que les permita participar en el sector moderno. Poder ser formal, ayuda a estos círculos virtuosos. Hay un tema del que no se habla lo suficiente, pero que es muy importante: los trabajadores tienden a subestimar el valor de los servicios públicos que reciben como consecuencia deestas cargas laborales adicionales. Es decir, como trabajador, puedo recibir 3 mil soles brutos, pero recibo 2.500 netos de deducciones. Los 500 soles de diferencias están en AFP, seguridad social, seguro de desempleo, lo que sea. Bueno, el trabajador prefiere recibir 2700 soles sin ninguna carga y sin ningún beneficio que 2500 con los otros beneficios que en teoría valen 500, pero que él subvalúa. Es una realidad contra la cual es bien difícil ir porque el trabajador prefiere pájaro en mano, el dinero en el bolsillo. Es una de las razones por las cuales estos costos laborales por encima del salario tienden a ser un impuesto adicional implícito en la formalización laboral.
Capital humano, empleo y crecimiento. ¿Por qué Perú mejoró su educación pero no aumentó la productividad?-Otra de las paradojas del Perú es que es un caso muy interesante en términos educativos. De acuerdo con las pruebas PISA de la OCDE, Perú es el país de América Latina que muestra una mejor mayor en las evaluaciones PISA. Entre 2009 y la última prueba PISA de 2022, Perú está en la cuarta posición entre los once países de América Latina que participaron de PISA. Primero está Chile, hace ya tiempo, y la Argentina está en el puesto ocho. La pregunta aquí es: ¿por qué una mejora educativa tan sustantiva del capital humano en términos educativos en Perú no ha derivado en mayor formalización, creación de empleo formal y aumento de la productividad, inclusive de las Mipymes?
-Hay varias razones. Una razón fundamental es que la demanda de empleo formal no ha crecido tanto: al final es un tema de demanda de empleo, no tanto de oferta. Segundo, el capital humano se mide mucho más allá de lo que las pruebas PISA pueden medir: la adquisición de capital humano ocurre realmente on the job, el learning trabajando. El capital humano de un chico que ha mejorado sus test PISA pero es empleado en una Mype informal se estanca. Se da esa tragedia: inviertes y mejoras la educación primaria y secundaria, pero al tener un mercado laboral que no funciona, con un montón de empresas improductivas, el capital humano deja de mejorar. El capital humano se adquiere con el tiempo; no se termina en la escuela.
-Últimas dos preguntas. ¿Por qué hay una baja demanda de capital humano muy formado y de empleo formal cuando Perú muestra niveles de crecimiento más sostenidos comparados con Argentina? ¿Crece en sectores que no demandan tanto empleo formal?
-No sé si es un fenómeno únicamente peruano. Creo que es un fenómeno bastante latinoamericano. Pasa en México, donde tienes esta paradoja, con algunas de las empresas más productivas del mundo sobreviviendo con una tortillera; donde el sector moderno formal crece, pero por razones tecnológicas, la automatización, la demanda de empleo es relativamente pequeña. No hay suficientes sectores que crecen. En el Perú, el sector agroexportador ha crecido muchísimo y demanda empleo, pero no hay varios sectores como el agroexportador. No hay otro sector similar al de la agroexportación, con semejante demanda de empleo. Al no haber suficiente absorción de empleo por parte del sector moderno, por falta de sectores con potencial, mucha gente termina autoempleándose. Esa es una realidad. No podemos no mirar a la economía en sectores. ¿En qué sectores tenemos ventajas comparativas? ¿Y cuánto empleo generan esos sectores? No es lo mismo el arándano que la soja. El arándano genera mucho empleo, pero no tenemos cincuenta sectores similares al arándano en el Perú. No hay suficientes sectores o subsectores o empresas que generen empleo. Y ése también es un problema estructural, porque la automatización va en la dirección contraria a lo que quisiéramos.
-Hay una crítica a la economía “extractivista”, el petróleo, el gas, la minería. Quienes cuestionan esa matriz productiva plantean que es poco creadora de empleo formal. ¿Coincide con esa mirada?
-No. De hecho, no me gusta la categoría “primario exportador”, que se usaba mucho en el Perú. Es verdad que tenemos ventajas comparativas en recursos naturales: pueden ser la minería o puede ser la agroexportación. En el caso de la minería, la demanda por mano de obra es relativamente baja, pero tiene las ventajas de generación de decenas de milesde millones de dólares de exportaciones, muchísimos impuestos. La tragedia es no poder convertir esos recursos económicos que le llegan al Estado en desarrollo económico en los territorios, en la región. No es tanto el caso de la agroexportación.
Perú y el boom del sector agroexportador. ¿Por qué fue clave una reforma laboral?-El sector agroexportador de Perú es un caso de éxito en temas de reforma laboral y de creación de empleo. ¿Podría describirlo?
-En el año 2000, se sancionó una ley, la Ley de promoción agraria, con dos componentes: un componente tributario, que bajó el impuesto a la renta al sector y, lo más importante, un componente laboral. Es decir, en el agro, en el sector de espárragos o arándanos, durante diez meses del año, se requieren mil personas pero en el momento de la cosecha, se requieren 10 mil personas. Hay una estacionalidad natural. La ley permitió que se contraten trabajadores formales por temporadas y que no estén sujetos a la ley general del empleo, que era muy rígida en ciertas situaciones.
-Es decir, la reforma laboral estableció que el empleado no se considere despedido al final de la contratación.
-Sí, exactamente. Eso ha generado mucho empleo formal en el agro y un nivel de agroexportaciones que pasó de casi nada a 12 mil millones de dólares. Es un caso clarísimo de una reforma laboral específica para un sector, adecuada a la realidad del sector, que ha tenido un éxito impresionante. El problema o la tragedia del Perú es que no hay suficientes sectores como el de agroexportación.
-Lo ideal sería reproducir lo bueno de esos sectores en otras áreas de la economía.
-Es el gran reto. En la economía, a veces los problemas no tienen soluciones.
-Por el momento, digamos, para poner un poco de esperanza.
-Hay problemas que no tienen solución y hay problemas que técnicamente sí tienen solución, pero políticamente no la tienen. Pero hay que avanzar.